martes, 12 de mayo de 2020

La "encuesta" de la Consejería de Educación de Cantabria

Como padre de una alumna de 4º ESO recibo por parte de su tutora un mensaje en que me traslada el deseo de la Consejería de Educación de saber si mi hija acudiría a su Centro Educativo “a la espera de que, desde la Consejería, se nos haga llegar el protocolo sanitario específico, con las medidas que habrán de cumplirse en el centro para garantizar la seguridad de alumnado, profesorado y resto de personal, para poder avanzar en este hipotético escenario de reincorporación parcial a las aulas”, para lo cual “se hace imprescindible tener una estimación del volumen de alumnado que pudiera estar interesado”. Cuando lo analizamos en casa, nos encontramos con muchas dificultades para responder a este mensaje, no por falta de definición del mismo ni por causa de la acción de la tutoría, sino por la indefinición que plantea la Consejería cuando solicita que respondamos a esta “encuesta”.

En primer lugar, la asistencia a clase en la enseñanza básica es obligatoria y, por tanto, poco importa cuál sea nuestra opinión, la Consejería de Educación tiene que garantizar el cumplimiento de los derechos de mi hija defendiéndola incluso de sus propios progenitores. No entiendo que la Consejería nos pregunte si nuestra hija va a ir de forma voluntaria, lo que tiene que decirnos la Consejería es en qué momento se prevé la normal reincorporación del alumnado para el cumplimiento de su derecho y de su obligación, y lo único que nos interesa es la fecha. Si es el 25 de mayo, pues el 25 de mayo nuestra hija acudirá al centro puesto que la Consejería nos está diciendo que se dan las condiciones. Y entiendo que esta situación tiene que cumplirse para todo el alumnado, no sólo para unos pocos cursos.

En segundo lugar, nos preocupa la salud de nuestra hija, y no podemos entender que la Consejería nos diga que ya, si eso, nos dirá cuáles son los protocolos que se van a aplicar. Es justo al revés, la Consejería nos tiene que informar de qué medidas se están tomando para garantizar que nuestra hija va a ver protegido su derecho a la salud, dado que estamos en una situación de confinamiento y en estado de alarma en todo el territorio español. La mínima responsabilidad como padres nos lleva a exigir conocer las condiciones en que se van a garantizar ambos derechos para nuestra hija. Y la mínima responsabilidad por parte de la Consejería le tiene que llevar a informar a las familias antes de tener que tomar una decisión, no después.
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En tercer lugar, dado que se plantea la posibilidad de que no sea obligatoria la asistencia, tampoco se nos informa de qué medidas se van a adoptar con el alumnado que no acuda a clase de forma presencial. ¿Va a seguir pudiendo trabajar desde casa? ¿Van sus profesores y profesoras a seguir haciendo las videoconferencias? ¿Van a seguir evaluando su trabajo? O, por el contrario, si decide no ir, ¿va a estar ya de vacaciones? Las modificaciones a la programación que hemos ido recibiendo hacen referencia a la enseñanza no presencial, entonces ¿cómo se van a decidir sus calificaciones en uno y otro caso? ¿Va a haber un doble sistema de calificación?

Se nos plantean más dudas. Por ejemplo, ¿qué pasa si decimos que no va a ir pero, cuando conozcamos las condiciones y protocolos que se van a aplicar, decidimos que sí queremos que vaya? A este respecto, recuerdo que nuestra hija tiene derecho a la asistencia a clase, y puede ejercerla en cualquier momento. En sentido contrario, ¿qué pasa si decimos que va a ir y luego, conocidos los protocolos, decidimos que no vaya porque no consideramos que se garantiza suficientemente su derecho a la salud? ¿Va a ser considerada alumna absentista? ¿Y quién va a asumir las responsabilidades en caso de que ocurra algún caso de contagio en el aula? ¿El centro? ¿El profesor/tutor? ¿La familia? ¿La Consejería?

Con esta situación, ¿cómo quiere la Consejería de Educación que podamos tomar una decisión? A nuestra hija le están enseñando en el Instituto que para tomar una decisión previamente hay que tener información. Y es justo lo contrario de lo que se nos pide. La Consejería de Educación tiene que tomar decisiones y dejar de escudarse en el miedo de las familias para justificar su inacción. Lamentable. Otra vez.

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viernes, 3 de abril de 2020

SOBRE LA (SUPUESTA) EVALUACIÓN DEL SEGUNDO TRIMESTRE


Aún no salgo de mi asombro viendo las instrucciones que nos envía la Consejería de Educación de Cantabria para evaluar a nuestro alumnado y continuar el curso. Parecen unas instrucciones como si no estuviera pasando nada, algún desorden en la educación, pero nada más. No acaban de enterarse en la Consejería de que lo que pasa es absolutamente ANORMAL, que no tiene sentido actuar como si no pasara nada, que las familias y nuestro alumnado (y nosotros) estamos preocupados por muchos otros motivos más importantes que poner o recibir unas notas. En muchos casos, las familias de nuestro alumnado lo están pasando realmente mal, como consecuencia de las situaciones de salud y situaciones laborales debidas al confinamiento en que estamos, con pocas perspectivas de mejorar en los próximos meses. Por eso, creo muy acertadas las instrucciones que nos envió la Consejería ayer para atender las necesidades emocionales de alumnado, familias y profesorado. Pero esto que nos envían hoy es un contrasentido, en línea totalmente contraria a esas instrucciones de ayer.
1) En primer lugar, os paso un resumen que me han enviado de las sugerencias del Ministerio a las Comunidades Autónomas (recordad que la educación está transferida a las Comunidades Autónomas) en la Conferencia Sectorial titulado: CRITERIOS GENERALES PARA EL DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD EDUCATIVA Y LA EVALUACIÓN DEL ALUMNADO (25 de marzo 2020).
En el segundo párrafo de dicho documento se dice textualmente: “...les sugiero algunos criterios qué podríamos acordar...:”. El segundo de estos criterios dice textualmente (no olvidemos que son sugerencias del Ministerio, no directrices): “Las evaluaciones del alumnado del segundo trimestre, en el caso de aquellos centros en las que no se hubieran realizado cuando se inició la suspensión de las clases presenciales, deberían basarse en la tarea realizada en los centros hasta la suspensión de la actividad presencial”
Además el Ministerio en ese mismo documento dice textualmente y subrayado, en el punto primero: “El objetivo último debe ser que ningún estudiante pierda el curso por esta situación...”.
La aplicación de estos criterios se ha traducido por “La evaluación de las actividades planteadas y desarrolladas durante el periodo no presencial, valorando especialmente el contexto y circunstancias de cada alumno, no debe ir en detrimento de la calificación obtenida por el alumnado.” Nada de no debe perder el curso ningún estudiante. Esta Consejería actúa en función de sus criterios, no de los criterios sugeridos por el Ministerio.
2) La evaluación tiene un significado dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado. En cualquier ámbito educativo, la evaluación es el proceso colaborativo del conjunto del profesorado, en que se analiza lo que se ha hecho, se compara con lo programado y se adoptan medidas para mejorar en el siguiente periodo, de forma contextualizada. Ahora no se puede mejorar nada, la evaluación tiene que ser continua y formativa y esto ha saltado por los aires.
Desde mi punto de vista, no tiene sentido hacer ahora una evaluación y dar unos resultados, que en todo caso no podrán ir más allá de una calificación parcial, de ninguna manera serán producto de un proceso educativo de evaluación. Además de presentarse totalmente descontextualizados, porque ¿quién recuerda cómo era todo hace tres semanas? ¿Cómo vamos a mejorar nada en esta situación? ¿qué tipo de apoyo podemos dar a nuestro alumnado para recuperar algo?
Las evaluaciones parciales sólo tienen sentido para informar a las familias, y lo primero que nos ha dicho la Consejería es que seamos empáticos y cuidemos a nuestro alumnado y sus familias. ¿En qué va a contribuir un boletín de notas a mejorar la salud emocional de nuestro alumnado? ¿Cómo van a interpretar esos resultados? ¿Qué herramientas van a tener para mejorar aprendizajes no adquiridos? Entonces, ¿para qué añadir esa presión en las familias? ¿No sería más oportuno algún tipo de evaluación cualitativa que informe sobre los progresos y dificultades, asumiendo que ya no vamos a poder hacer nada?
Hoy mismo me ha llegado un mensaje de la madre de un alumno: "Buenos días, ayer fue un día muy duro, tuvo mucha ansiedad y estuvimos todo el día intentando relajarle.....ya llevaba días agobiado pero ayer ya nos verbalizaba que se siente muy agobiado sin salir.....vamos a intentar acabar todo lo que tiene pendiente,  muchísimas gracias José Ángel". ¿Qué le aporta a este alumno y a esta madre que yo le diga que hasta el 13 de marzo tenía un 4? Vamos, yo le voy a decir muy empáticamente a la familia de este alumno que, aunque estén en paro ahora, con síntomas de coronavirus y con sus hijos atendidos como pueden, tiene X suspensos y que no se preocupe, que no vamos a poder hacer nada para ayudarle a recuperar.
3) La labor en el aula es difícil de sustituir, ni con la mejor tecnología, milagros no se pueden hacer, y a muchos alumnos no les llega la información por cuestiones técnicas: la brecha digital es enorme: falta de ordenador, wifi... Hay alumnos que cuentan con la ayuda que otros no tienen, derivadas de su contexto socieconómico. Estas ayudas, que perpetúan y amplifican las diferencias de acceso al conocimiento y las posibilidades de éxito o fracaso educativo en circunstancias normales, se incrementan de forma exponencial, como la propia pandemia, en los momentos especialmente adversos que nos ha tocado vivir. Las circunstancias son muy diversas. Avanzar materia va a suponer dejar descolgado a un número significativo de alumnado que parte de una situación de desventaja socioeducativa o simplemente con escasas competencias digitales (hay quien no sabe enviar un correo electrónico, por ejemplo). Es decir, al alumnado más vulnerable.
Tampoco se dan circunstancias emocionales: mucho alumnado tiene situaciones que en nada facilitan el trabajo escolar, como pérdida de empleo de sus padres, hacinamiento en casa con lo que conlleva de ruido, teletrabajo de sus padres, recursos compartidos entre varios miembros de la familia (con prioridad, claro está, del trabajo de sus padres, que es lo que les da de comer)... La situación que se está viviendo hace muy difícil el poder avanzar, y mucho más hacerlo en condiciones de calidad y equidad. Y al final, los perjudicados son siempre los mismos.
Lo único que nos dicen estas instrucciones en este sentido es que en “todo este proceso se ha de tener en cuenta de manera especial al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo y a aquel que carezca de entornos socioeconómicos y recursos técnicos que favorezcan esta nueva dinámica de aprendizaje”. ¿Cómo vamos a hacer esto? ¿Van a llegar tareas por teletransporte? Aun en el caso que se rumorea de que les pueden dar una tarjeta para conectarse a los alumnos que no tengan (circunstancia que, de cumplirse, llegará evidentemente tarde) ¿quién les enseña a utilizar las diferentes plataformas que estamos usando?, cuando haya tres alumnos en el hogar, ¿se van a dar tres ordenadores? ¿cómo se resuelven los otros problemas?
El confinamiento va para largo, habrá que avanzar algo. Pero no podemos ni programarlo, porque no sabemos a cuántos alumnos vamos a atender ni en qué circunstancias. Y por supuesto, no se puede evaluar porque hay situaciones muy diversas y sólo crearíamos más desigualdad entre el alumnado. Además, ¿a quién evalúas? ¿a los padres o adultos que le han hecho la tarea o le han ayudado? ¿cómo compruebas quién realiza las tareas o "exámenes"? Evaluar nuevos aprendizajes a distancia es imposible en esta situación.
4) Todo el profesorado está haciendo un trabajo titánico para continuar con su tarea educativa en un contexto adverso, por las múltiples razones que todas y todos conocemos. Estamos poniendo de nuestra parte mucho más tiempo de lo que dedicaríamos en condiciones normales, quitándonoslo de nuestra familia, de nuestro tiempo libre… Para preparar contenidos que hemos tenido que improvisar, para contactar con nuestro alumnado, para atender individualmente a cada alumno para corregir cada actividad, para buscar (y aprender en algunos casos) nuevos recursos online (sabiendo que no llega a todo el mundo). Estamos poniendo nuestros medios, gastando la energía que pagamos en casa, pagando las llamadas, utilizando medios que no tenemos la obligación de tener… Y lo estamos haciendo por nuestro alumnado, en este contexto es cuando se estás viendo verdaderamente la labor, nunca bien reconocida, de las tutoras y tutores, Estamos trabajando mucho y lo estamos haciendo bien en la medida de nuestras posibilidades y nuestros medios.
Con estas instrucciones, se nos vuelve a “obligar” a contactar con nuestro alumnado y sus familias con cargo a nuestros medios y nuestros recursos (de tiempo y económicos). Y por muy empáticos que seamos con las familias, cuando yo le transmita la información a una familia de que su hijo o hija suspende X materias (insisto que esa información ahora está totalmente descontextualizada y aporta bien poco al desarrollo educativo de nuestro alumnado), quien da la cara soy yo, quien va a ser inoportuno con esas informaciones soy yo, quien tiene que decirle a la familia que no podemos hacer nada más que decirle que se busque la vida porque no podemos ayudarle de otra forma soy yo, no la Consejería.
Y todo porque parece que siempre tenemos que justificar que estamos trabajando, que no somos unos vagos, que no estamos de vacaciones. Yo no quiero una carta de la Consejera diciendo que valora mi trabajo, quiero que no me ponga delante de los caballos, que se atreva a decir a las familias que en esta situación excepcional no podemos actuar de forma normal, que no va a haber notas este trimestre porque ni son importantes en el contexto en que están viviendo muchas de las familias ni cumplen con los requisitos de una evaluación. Si hay que tomar medidas extraordinarias a final de curso o no, lo veremos en su momento. Pero estas notas nos enfrentan a familias que una vez más no van a entender que estamos en el mismo barco: el de sacar lo mejor de sus hijos. Porque con estas instrucciones no estamos en ese barco.
5) Al final, como funcionarios, no tenemos más remedio que cumplir las instrucciones. Y yo lo voy a hacer. Pero os sugiero algunas alternativas a las notas “normales”:
a)    En lugar de entregar un boletín de notas, hacer un sencillo informe de competencias de cada alumno, cualitativo, destacando las competencias positivas y proponiendo los puntos que tiene que mejorar. Podemos utilizar los comentarios de yedra y no las calificaciones numéricas.
b)    En caso de que se nos obligue finalmente a calificar con números, yo voy a poner un 10 a todos, con un comentario de este tipo: “me obligan desde la Consejería a ponerte una nota, y te pongo un 10 por estar en casa y tener paciencia en este confinamiento, por tener empatía ante la situación que estamos viviendo y aplaudir a las ocho de la tarde, por intentar trabajar en casa con todas las dificultades que estamos teniendo, por hablar con tu familia y preocuparte por su bienestar, y por contestar mis correos cuando envío algo. Si algo de esto aún no lo has hecho, es lo que tienes que mejorar en lo que nos queda de confinamiento. Tú sabes que la nota de clase sería inferior a esa, pero ahora no me parece importante. Ya hablaremos de las notas cuando volvamos a vernos”.
También os digo que:
·         no voy a gastar más dinero de mi familia en teléfono;
·         espero que no se me estropee el ordenador (que tiene más de 10 años) ni el teléfono (que tiene más de 5), porque no voy a comprar otro. Si eso ocurre, que me diga la Consejería cómo tengo que actuar;
·         no pienso utilizar ninguna aplicación que sepa que uno solo de mis alumnos o alumnas no va a poder utilizar, porque al principio de curso no les proporcionamos nada de eso y la educación hasta los 16 años es obligatoria y gratuita, por tanto no puedo permitir que mi alumnado reciba diferente educación en función de si tienen más o menos recursos, como dice la legislación educativa actual[i];
·         voy a restringir mi horario de trabajo a las horas que se indican en las instrucciones: de 9 a 14 horas, el resto es mi tiempo libre (salvo sesiones de evaluación o claustros que se consideran horario no presencial);
·         no voy a poner ninguno de mis medios personales o familiares a disposición de la Consejería para que no se valore o se haga como una palmadita en la espalda (no me fío de la mano que no veo en mi espalda).
Sé que algunas de estas cosas no las voy a cumplir, por mi alumnado, pero no quiero olvidar que no es mi obligación, que son extras que aporto porque creo que tengo el trabajo más bonito del mundo cuando me dejan hacerlo en condiciones.
Desde mi punto de vista, la Consejería no ha tenido altura de miras y esto generará una enorme desigualdad entre nuestro alumnado y todo avalado por quien tiene que velar justamente por el cumplimiento de la ley. Vamos un despropósito fuera de lugar y de tiempo.


[i] Ley Orgánica de Educación (texto consolidado) Artículo 1. Principios. El sistema educativo español, configurado de acuerdo con los valores de la Constitución y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos en ella, se inspira en los siguientes principios: a) La calidad de la educación para todo el alumnado, independientemente de sus condiciones y circunstancias. b) La equidad, que garantice la igualdad de oportunidades para el pleno desarrollo de la personalidad a través de la educación, la inclusión educativa, la igualdad de derechos y oportunidades que ayuden a superar cualquier discriminación y la accesibilidad universal a la educación, y que actúe como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que se deriven de cualquier tipo de discapacidad.

miércoles, 8 de abril de 2015

Los tres errores en la enseñanza de la ciencia

"El Romanticismo introdujo tres temas importantes en la ciencia biográfica. En primer lugar, el "síndrome de Newton", la idea del genio científico, según la cual son un pequeño número de individuos - a menudo aislados- de talento innato los que hacen avanzar la ciencia. En segundo lugar, la existencia del "momento eureka", según el cual los grandes descubrimientos se producen sin previo aviso (y sin mucha preparación), en un instante repentino e intenso de revelación y síntesis. En tercer lugar, "la pesadilla de Frankenstein", de acuerdo con la cual el progreso científico es, en realidad, una forma velada de destrucción" (La edad de los prodigios, Richard Holmes).


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De esta forma seguimos comunicando la Ciencia a nuestro alumnado, otorgando premios a los aciertos e ignorando los errores, privilegiando a quienes aciertan y olvidando a quienes trabajan. Y les enseñamos la Ley de Ohm, el principio de Pascal, las leyes de Newton, la Teoría de deriva continental, etc., que parecen a nuestro alumnado de la misma categoría que la ley de Talión, los mandamientos o los pecados capitales. 

Si queremos alumnado crítico, con interés científico, con espíritu emprendedor (ahora que gusta tanto el concepto en política) no podemos seguir enseñando así la Ciencia, diga la administración lo que diga, que suele hacer lo contrario de lo que predica. Claro que viendo el currículo de la religión, está bastante claro lo que pretende.
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domingo, 8 de marzo de 2015

La cazadora de cometas: Caroline Herschel.


Cuando escuchamos el nombre Herschel nos viene a la memoria el gran astrónomo William Herschel, descubridor del planeta Urano. William Herschel al descubrir un planeta nuevo, "no sólo había cambiado el sistema solar, sino que había revolucionado el modo en que los hombres de ciencia pensaban acerca de la estabilidad y la creación del mismo" (Richard Holmes, "La edad de los prodigios"). 
Pero William no trabajaba sólo: su inseparable hermana Caroline, doce años más joven que él, compartía sus pasiones (la música y la astronomía), su trabajo fue indispensable para los grandes avances astronómicos conseguidos por William, y para su conocimiento por el público, puesto que fue ella quien recogió en sus diarios todo el trabajo de su hermano.
La sombra del gigante que fue William Herschel nos ha impedido ver con claridad la aportación de Caroline Lucretia Herschel, la cazadora de cometas, la primera astrónoma pagada por ello, la primera mujer en recibir la medalla de oro de la Royal Astronomical Society (la siguiente medalla concedida a otra mujer fue en 1996, a Vera Rubin).

Caroline Herschel. Fuente
Caroline Lucretia Herschel nació el 16 de marzo de 1750 en la hoy ciudad alemana de Hannover. Hija de Isaac y Anna, tuvo cinco hermanos: Jacob, Shopie, William, Alexander y Dietrich, aunque era William con quien más unida estaba.
La familia Herschel era una familia de músicos: Isaac Herschel era músico militar, miembro de la Banda de los Guardias de Infantería de Hanóver, y puso empeño en que sus hijos siguieran sus pasos: Jacob era un gran solista, William componía y dirigía y Caroline también era muy apreciada por sus aptitudes vocales, especialmente cantando oratorios. Pero Isaac no olvidó otros aspectos de la educación de sus hijos, como la filosofía, las matemáticas y la astronomía. En cambio su madre, Anna, era una mujer de escasa cultura y con un concepto tradicional del papel que debían cumplir sus hijas en la sociedad y trataba de inculcarlas disciplina, trabajo, ahorro y lealtad a la familia. 
Su padre Isaac le inculcó el amor por la observación de los cielos nocturnos, pero pasaba demasiado tiempo fuera de casa. Caroline recordaría siempre la severidad de su madre con ella en contraposición con el trato comprensivo y cariñoso que recibían sus dos hermanos mayores, Jacob y Sophia. Su función en casa era la de la asistenta de toda la familia.
En 1757, durante la guerra contra los franceses, William salió de Hanóver rumbo a Londres. Este hecho resultaría crucial para la vida de ambos.
Caroline tenía una salud delicada: a los cinco años enfermó de viruela y a los once de tifus. La desatención de su madre le dejó consecuencias de ambas: de la viruela le quedó la cara desfigurada toda la vida; la tifus atrofió su crecimiento y no pasó del metro y medio de estatura en una familia de hijos altos.
Su padre murió en 1767 y cinco años después, en una visita de William a su familia, convenció a su madre para que Caroline le acompañara a Bath, donde se había instalado y trabajaba como organista y director de la orquesta de la ciudad. También había comenzado ya su estudio de la astronomía, del
William y Caroline Herschel. Fuente
instrumental y ya era consciente de las limitaciones que los telescopios de la época tenían. Caroline llegó a Bath sin conocer el idioma, con las secuelas de las enfermedades, con una gran timidez, pero con la alegría de recuperar a su hermano y una gran energía acumulada.


Una nueva vida

William instó a Caroline a que tomara las riendas de su vida, a que tomara lecciones de canto y practicara con el clavicémbalo. También se hizo cargo de la administración de la casa, a pesar del poco inglés que iba aprendiendo. William la trataba con cariño, pero con severidad.
Finalizadas las tareas domésticas, Caroline podía dedicarse a su carrera musical y llegó a ser una soprano apreciada. El 15 de abril de 1778 debutó como solista principal con un conjunto de piezas del Mesías de Häendel en la Nueva Sala de Bath. Su actuación fue un éxito y le propusieron tomar parte en el Festival de Birminghan al año siguiente, pero ella rechazó esta oportunidad con el argumento de que sólo quería cantar cuando su hermano dirigiera. De esta forma tal vez se truncara una incipiente carrera musical, cambiándola por una ilusionante y afamada carrera en la ciencia.
William y Caroline comenzaron a combinar sus tareas domésticas y musicales diurnas con sus observaciones astronómicas nocturnas. William diseñó un nuevo modelo de telescopio de reflexión de gran tamaño y comenzó a elaborar sus propios espejos para ellos. Transformaron su casa en un taller de construcción, su patio en un improsivado observatorio y poco a poco fueron abandonando sus clases de música y los conciertos para dedicarse en cuerpo y alma a la observación astrónomica.

Los descubrimientos


Observación nocturna de William y
Caroline Herschel. Fuente.
William buscaba en el firmamento nuevos objetos que le permitieran mostrar su idea sobre el universo. En aquellos momentos, se tenía la idea de que el universo se extendía sólo algunos millones de kilómetros sobre la tierra y que las estrellas fijas no se encontraban a gran distancia. William Herschel opinaba lo contrario y buscaba estrellas dobles y nebulosas que no podían haberse visto hasta entonces por la limitación de la instrumentación. Sus nuevos telescopios permitían mirar más lejos y la idea del espacio profundo fue imponiéndose gracias a sus descubrimientos. Y entonces, en 1781, descubrió Urano, a la que inicialmente dio el nombre de "Georgium Sidus", en honor del rey Jorge III. Éste le concedió una aportación económica de 200 libras al año, y a partir de este momento no se dedicaría a otra cosa.
En estos tiempos, Caroline era la asistente perfecta de William. Por las noches, mientras él observaba con el telescopio, ella anotaba los detalles que su hermano le dictaba, permiténdole aprovechar el tiempo mucho mejor. Durante el día, Caroline praparaba las observaciones de la noche siguiente, mantenía los telescopios, realizaba los cálculos sobre las estrellas que había que usar como referencia, pasaba a limpio los datos para su posterior publicación. Con tiempo despejado pasaban seis o siete horas sin descansar.
Por esta época Caroline comenzó a realizar sus propias observaciones con un telescopio más pequeño, interrumpidas frecuentemente por los gritos de su hermano para anotar alguna observación realizada con su gran telescopio. Las observaciones eran más frecuentes y más fructíferas cuando él se encontraba en algún viaje y ella podía dedicarse enteramente a su tarea sin temer interrupciones ni distraciones.
En 1785 William Herschel publica por primera vez uno de los descubrimientos de su hermana: una pequeña nebulosa asociada a Andrómeda, que Caroline descubrió el 27 de agosto de 1783 y que no figuraba en el catálogo de Messier. Hoy es conocido como NGC 205 (Nuevo Catálogo General) o M110 (catálogo Messsier). Éste fue el primer objeto de espacio profundo descubierto por Caroline Herschel.
La nebulosa desubierta por Caroline Herschel se observa como un
pequeño "satélite" bajo la galaxia de Andrómeda. Adam Evans.
El 1 de agosto de 1786 pensó que había descubierto un nuevo objeto en la constelación de la Osa Mayor. Encontrar un objeto en una constelación tan conocida y observada parecía improbable y fue estremadamente meticulosa. Resultó ser un cometa desconocido hasta entonces, el primero de la cazadora de cometas. Este descubrimiento en una época de superioridad de Francia en la observación de los cometas, supuso un gran éxito y fue muy bien valorado por la comunidad científica inglesa y por la propia Casa Real que le asignó la suma de 50 libras al año vitalicias: era el primer salario profesional para una mujer científica en Gran Bretaña.
Cuando descubrió su segundo cometa en diciembre de 1788, su prestigio creció no sólo en Gran Bretaña sino especialmente en Francia y Alemania. El director del observatorio real de Paris, el astrónomo Pierre Méchain, dijo de ella que "su fama se mantendrá con honor a lo largo de los siglos".


Calendario sober astrónomas en el Año Internacional de la Astronomía

En años posteriores continuó sus observaciones y sus descubrimientos; ocho cometas y catorce objetos de espacio profundo (cúmulos y galaxias) recogidos en el NGC con los números 189, 205, 225, 253, 381, 659, 752, 891, 2349, 2360, 2548, 6633, 7380 y 7789.


NGC 253, la galaxia de la moneda de plata. Fuente
El gran catálogo de nebulosas confeccionado por ambos hermanos superaba con mucho al de Flamsteed. "Su reputación como cazadora de cometas le había asegurado una posición científica propia".



Cuando su hermano William se casó en 1788, la relación entre ambos entró en una nueva etapa, con un progresivo enfriamiento tanto en su relación personal como profesional. Sin embargo, esto le permitió seguir trabajando en sus observaciones y nunca tuvo un reproche para su hermano, al contrario, siempre que podía alababa su trabajo, su dedicación y sus descubrimientos. Además, jugó un papel crucial en la educación de su sobrino quien continuó la saga familiar de astronomos.


Caroline Herschel con 92 años. Fuente
Hacia la posteridad


A la muerte de William (1822) regresó a Hanóver, donde vivió hasta los 97 años de edad. En estos años continuó su trabajo de catalogación y mantuvo un contacto permanente con su sobrino.
En 1828 le fue concedida la medalla de oro de la Royal Astronomical Society (la siguiente medalla concedida a otra mujer fue en 1996, a Vera Rubin). En 1835, con 85 años de edad, fue nombrada miembro honorario de esta Sociedad, ya que ser miembro de pleno derecho estaba vetado a las mujeres. Y tres años más tarde fue nombrada también miembro honorario de la Academia Real de Irlanda y en 1846 el rey Federico-Guillermo IV de Prusia le otorgó la Medalla de Oro de la Ciencia.
Caroline murió en Hannover el 9 de enero de 1848, a los 97 años de edad. Escribió su propio epitafio en el que podemos leer “Los ojos de ella, en la gloria, están vueltos hacia los cielos estrellados”.


Posteriormente, en 1889, fue bautizado en su honor el asteroide Lucretia (segundo nombre de Caroline), y en el siglo pasado, el cráter lunar C. Herschel, al borde del Mare Imbrium.


En el año 2011, el programa "A hombros de gigantes" de RNE, le dedicó su sección de biografías de grandes científicos. Puedes escucharlo aquí.


Phillip Henry y Hannah Martin le dedicaron esta canción.



El libro "La edad de los prodigios" recoge, entre otros muchos científicos, los avatares de la vida de Caroline Herschel, de donde he tomado la mayor parte de los datos de este artículo.


Otras mujeres de este blog que pueden interesarte son:


- Margarita Salas
- Rita Levy Montalcini


sábado, 7 de febrero de 2015

El otro Leonardo

(Los contenidos esenciales de este artículo pueden obtenerse a través de un dispositivo móvil y la aplicación Vsearch de Aumentaty, enfocando esta imagen de Leonardo Torres Quevedo)
 

Fuente
Leonardo Torres Quevedo, inventor, científico y tecnólogo, ingeniero de Caminos, precursor de la Automática y de la Informática, es un ejemplo de dedicación a la investigación, a la ciencia y la cultura en España. Publica sus mejores trabajos cuando tiene ya más de 50 años de edad. Y pasa casi desapercibido en su tierra, donde apenas es conocido por la población en general.






Estatua a Torres Quevedo en Iguña.
Fuente
Leonardo Torres Quevedo, caracterizado por Maurice D'Ocagne (Presidente de la Sociedad Matemática Francesa) como "el más prodigioso inventor de su tiempo", ocupa un lugar de excepcional relieve en la historia universal de la Ciencia y de la Técnica.
Nació en Santa Cruz de Iguña (Molledo), Cantabria, el 28 de diciembre de 1852. Ese mismo año nacía también una de las figuras científicas de talla internacional de nuestra Edad Contemporánea: Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906 (más sobre Ramón y Cajal).
Pasa la mayor parte de su infancia en Bilbao donde inicia su formación académica. Completa su formación en Paris y Madrid, en la Escuela del Cuerpo de Ingenieros de Caminos de Madrid, finalizando sus estudios en 1876. Tras esto, comienza a trabajar como ingeniero dedicado a trabajos ferroviarios. Sin embargo, y gracias a una herencia recibida, renuncia a ingresar en el Cuerpo para dedicarse a "pensar en sus cosas", estudiando y viajando por Europa (especialmente Francia y Suiza), con una residencia que se reparte entre Madrid, Bilbao, París... y el Valle de Iguña, donde se casa con Luz Polanco Navarro el 16 de abril de 1885.
Desde su residencia en Cantabria comienza la fabricación de diferentes ingenios que le llevarán a ser conocido mundialmente, no sin tener que superar algunos fracasos, algunas burlas y algunas envidias.
Su primera aportación es el transbordador que, usando unos contrapesos, mantiene siempre constante en el aire al funicular. Aunque en ese momento no fue valorado adecuadamente por sus colegas, años después sería instalado en las cataratas del Niágara, donde hoy en día sigue funcionando. El transbordador del Niágara se inauguraría el 9 de agosto de 1916, constituyéndose para su explotación en Canadá (hasta 1960) una empresa con capital vasco: The Niagara Spanish Aerocar Company. Una placa conmemorativa existe en el lugar.

Sus aportaciones son numerosas y, por desgracia, desconocidas para la gran mayoría de sus paisanos:
  • patenta un sistema de dirigibles autorrígidos (1902-1906) estableciendo los fundamentos para la aerostación dirigida hasta el presente; estos dirigibles tuvieron un gran desarrollo y participación durante la Gran Guerra de 1914-1918, siendo adquiridos por los aliados (Francia, Gran Bretaña, Estados Unidosy Rusia) para la vigilancia de costas, lucha contra los submarinos alemanes y escolta de barcos;

  • inventa el primer aparato de mando a distancia, el telekino (1902), que permitía enviar órdenes a distancia mediante el uso de ondas hertzianas; el 6 de septiembre de 1906, en presencia del rey Alfonso XIII y ante una gran multitud, hace una demostración del telekino en el puerto de Bilbao, maniobrando un bote a distancia, aunque su intención era aplicar el telekino para la industria militar, en proyectiles y torpedos, proyecto fracasado por falta de financiación;

  • construye el primer funicular aéreo para pasajeros del mundo, el transbordador del Monte Ulía (1907);  resolviendo el problema de la seguridad mediante un ingenioso sistema múltiple de cables-soporte, liberando los anclajes de un extremo que sustituye por contrapesos.La ejecución del proyecto corrió a cargo de la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería de Bilbao, que construyó con éxito otros transbordadores en Chamonix, Río de Janeiro, etc.;

  • y se adelanta en varias décadas a los pioneros de la Informática del siglo XX, con sus ajedrecistas (1914, 1922), considerado el primer videojuego de la historia, y su aritmómetro electromecánico (1920), el primer ordenador en sentido actual de la historia. Las máquinas analógicas de cálculo buscan la solución de ecuaciones matemáticas mediante su traslado a fenómenos físicos. Los números se representan por magnitudes físicas, que pueden ser rotaciones de determinados ejes, potenciales, estados eléctricos o electromagnéticos. Desde el punto de vista práctico, muestra que es preciso emplear mecanismos sin fin, tales como discos giratorios, para que las variaciones de las variables sean ilimitadas en ambos sentidos.
aritmómetro de Torres Quevedo,
precursor de las calculadoras actuales
Ajedrez









Algunas muestras del prestigio que tuvo en su época Torres Quevedo son:
  • la imposición en 1916 de la Medalla Echegaray por el rey Alfonso XIII
  • la propuesta en 1918 para el cargo de ministro de Fomento, que rechaza; 
  • el  ingreso en la Real Academia Española en 1920, en el sillón que había ocupado Pérez Galdós, 
  • miembro de la sección de Mecánica de la Academia de Ciencias de París en el mismo año 1920.
En 1922, la Sorbona le nombra Doctor Honoris Causa. Es tal su prestigio en Francia, que en junio de 1927 la Academia de Ciencias de París le elige como uno de los doce miembros "Asociados Extranjeros" con 36 sufragios. Sus rivales obtienen escasos apoyos: Ernest Rutherford, 4 votos; Ramón y Cajal, 2 votos.

Murió en Madrid, durante el sitio de 1936 en plena Guerra Civil, el día 18 de diciembre de 1936.

Durante muchos años ha sido un personaje casi desconocido en Cantabria y en el resto de España. No obstante, numerosos edificios y organismos llevan en la actualidad su nombre, como la Fundación Torres Quevedo de la Universidad de Cantabria, el IES Leonardo Torres Quevedo de Santander, el CEIP Leonardo Torres Quevedo en la Serna (Cantabria), el Museo Torres Quevedo en la Universidad Politécnica de Madrid, y numerosas calles en diferentes ciudades españolas. 
En los últimos años se está recuperando el gran papel del ingeniero y matemático español, e incluso Google se acordó de él.



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