viernes, 3 de abril de 2020

SOBRE LA (SUPUESTA) EVALUACIÓN DEL SEGUNDO TRIMESTRE


Aún no salgo de mi asombro viendo las instrucciones que nos envía la Consejería de Educación de Cantabria para evaluar a nuestro alumnado y continuar el curso. Parecen unas instrucciones como si no estuviera pasando nada, algún desorden en la educación, pero nada más. No acaban de enterarse en la Consejería de que lo que pasa es absolutamente ANORMAL, que no tiene sentido actuar como si no pasara nada, que las familias y nuestro alumnado (y nosotros) estamos preocupados por muchos otros motivos más importantes que poner o recibir unas notas. En muchos casos, las familias de nuestro alumnado lo están pasando realmente mal, como consecuencia de las situaciones de salud y situaciones laborales debidas al confinamiento en que estamos, con pocas perspectivas de mejorar en los próximos meses. Por eso, creo muy acertadas las instrucciones que nos envió la Consejería ayer para atender las necesidades emocionales de alumnado, familias y profesorado. Pero esto que nos envían hoy es un contrasentido, en línea totalmente contraria a esas instrucciones de ayer.
1) En primer lugar, os paso un resumen que me han enviado de las sugerencias del Ministerio a las Comunidades Autónomas (recordad que la educación está transferida a las Comunidades Autónomas) en la Conferencia Sectorial titulado: CRITERIOS GENERALES PARA EL DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD EDUCATIVA Y LA EVALUACIÓN DEL ALUMNADO (25 de marzo 2020).
En el segundo párrafo de dicho documento se dice textualmente: “...les sugiero algunos criterios qué podríamos acordar...:”. El segundo de estos criterios dice textualmente (no olvidemos que son sugerencias del Ministerio, no directrices): “Las evaluaciones del alumnado del segundo trimestre, en el caso de aquellos centros en las que no se hubieran realizado cuando se inició la suspensión de las clases presenciales, deberían basarse en la tarea realizada en los centros hasta la suspensión de la actividad presencial”
Además el Ministerio en ese mismo documento dice textualmente y subrayado, en el punto primero: “El objetivo último debe ser que ningún estudiante pierda el curso por esta situación...”.
La aplicación de estos criterios se ha traducido por “La evaluación de las actividades planteadas y desarrolladas durante el periodo no presencial, valorando especialmente el contexto y circunstancias de cada alumno, no debe ir en detrimento de la calificación obtenida por el alumnado.” Nada de no debe perder el curso ningún estudiante. Esta Consejería actúa en función de sus criterios, no de los criterios sugeridos por el Ministerio.
2) La evaluación tiene un significado dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado. En cualquier ámbito educativo, la evaluación es el proceso colaborativo del conjunto del profesorado, en que se analiza lo que se ha hecho, se compara con lo programado y se adoptan medidas para mejorar en el siguiente periodo, de forma contextualizada. Ahora no se puede mejorar nada, la evaluación tiene que ser continua y formativa y esto ha saltado por los aires.
Desde mi punto de vista, no tiene sentido hacer ahora una evaluación y dar unos resultados, que en todo caso no podrán ir más allá de una calificación parcial, de ninguna manera serán producto de un proceso educativo de evaluación. Además de presentarse totalmente descontextualizados, porque ¿quién recuerda cómo era todo hace tres semanas? ¿Cómo vamos a mejorar nada en esta situación? ¿qué tipo de apoyo podemos dar a nuestro alumnado para recuperar algo?
Las evaluaciones parciales sólo tienen sentido para informar a las familias, y lo primero que nos ha dicho la Consejería es que seamos empáticos y cuidemos a nuestro alumnado y sus familias. ¿En qué va a contribuir un boletín de notas a mejorar la salud emocional de nuestro alumnado? ¿Cómo van a interpretar esos resultados? ¿Qué herramientas van a tener para mejorar aprendizajes no adquiridos? Entonces, ¿para qué añadir esa presión en las familias? ¿No sería más oportuno algún tipo de evaluación cualitativa que informe sobre los progresos y dificultades, asumiendo que ya no vamos a poder hacer nada?
Hoy mismo me ha llegado un mensaje de la madre de un alumno: "Buenos días, ayer fue un día muy duro, tuvo mucha ansiedad y estuvimos todo el día intentando relajarle.....ya llevaba días agobiado pero ayer ya nos verbalizaba que se siente muy agobiado sin salir.....vamos a intentar acabar todo lo que tiene pendiente,  muchísimas gracias José Ángel". ¿Qué le aporta a este alumno y a esta madre que yo le diga que hasta el 13 de marzo tenía un 4? Vamos, yo le voy a decir muy empáticamente a la familia de este alumno que, aunque estén en paro ahora, con síntomas de coronavirus y con sus hijos atendidos como pueden, tiene X suspensos y que no se preocupe, que no vamos a poder hacer nada para ayudarle a recuperar.
3) La labor en el aula es difícil de sustituir, ni con la mejor tecnología, milagros no se pueden hacer, y a muchos alumnos no les llega la información por cuestiones técnicas: la brecha digital es enorme: falta de ordenador, wifi... Hay alumnos que cuentan con la ayuda que otros no tienen, derivadas de su contexto socieconómico. Estas ayudas, que perpetúan y amplifican las diferencias de acceso al conocimiento y las posibilidades de éxito o fracaso educativo en circunstancias normales, se incrementan de forma exponencial, como la propia pandemia, en los momentos especialmente adversos que nos ha tocado vivir. Las circunstancias son muy diversas. Avanzar materia va a suponer dejar descolgado a un número significativo de alumnado que parte de una situación de desventaja socioeducativa o simplemente con escasas competencias digitales (hay quien no sabe enviar un correo electrónico, por ejemplo). Es decir, al alumnado más vulnerable.
Tampoco se dan circunstancias emocionales: mucho alumnado tiene situaciones que en nada facilitan el trabajo escolar, como pérdida de empleo de sus padres, hacinamiento en casa con lo que conlleva de ruido, teletrabajo de sus padres, recursos compartidos entre varios miembros de la familia (con prioridad, claro está, del trabajo de sus padres, que es lo que les da de comer)... La situación que se está viviendo hace muy difícil el poder avanzar, y mucho más hacerlo en condiciones de calidad y equidad. Y al final, los perjudicados son siempre los mismos.
Lo único que nos dicen estas instrucciones en este sentido es que en “todo este proceso se ha de tener en cuenta de manera especial al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo y a aquel que carezca de entornos socioeconómicos y recursos técnicos que favorezcan esta nueva dinámica de aprendizaje”. ¿Cómo vamos a hacer esto? ¿Van a llegar tareas por teletransporte? Aun en el caso que se rumorea de que les pueden dar una tarjeta para conectarse a los alumnos que no tengan (circunstancia que, de cumplirse, llegará evidentemente tarde) ¿quién les enseña a utilizar las diferentes plataformas que estamos usando?, cuando haya tres alumnos en el hogar, ¿se van a dar tres ordenadores? ¿cómo se resuelven los otros problemas?
El confinamiento va para largo, habrá que avanzar algo. Pero no podemos ni programarlo, porque no sabemos a cuántos alumnos vamos a atender ni en qué circunstancias. Y por supuesto, no se puede evaluar porque hay situaciones muy diversas y sólo crearíamos más desigualdad entre el alumnado. Además, ¿a quién evalúas? ¿a los padres o adultos que le han hecho la tarea o le han ayudado? ¿cómo compruebas quién realiza las tareas o "exámenes"? Evaluar nuevos aprendizajes a distancia es imposible en esta situación.
4) Todo el profesorado está haciendo un trabajo titánico para continuar con su tarea educativa en un contexto adverso, por las múltiples razones que todas y todos conocemos. Estamos poniendo de nuestra parte mucho más tiempo de lo que dedicaríamos en condiciones normales, quitándonoslo de nuestra familia, de nuestro tiempo libre… Para preparar contenidos que hemos tenido que improvisar, para contactar con nuestro alumnado, para atender individualmente a cada alumno para corregir cada actividad, para buscar (y aprender en algunos casos) nuevos recursos online (sabiendo que no llega a todo el mundo). Estamos poniendo nuestros medios, gastando la energía que pagamos en casa, pagando las llamadas, utilizando medios que no tenemos la obligación de tener… Y lo estamos haciendo por nuestro alumnado, en este contexto es cuando se estás viendo verdaderamente la labor, nunca bien reconocida, de las tutoras y tutores, Estamos trabajando mucho y lo estamos haciendo bien en la medida de nuestras posibilidades y nuestros medios.
Con estas instrucciones, se nos vuelve a “obligar” a contactar con nuestro alumnado y sus familias con cargo a nuestros medios y nuestros recursos (de tiempo y económicos). Y por muy empáticos que seamos con las familias, cuando yo le transmita la información a una familia de que su hijo o hija suspende X materias (insisto que esa información ahora está totalmente descontextualizada y aporta bien poco al desarrollo educativo de nuestro alumnado), quien da la cara soy yo, quien va a ser inoportuno con esas informaciones soy yo, quien tiene que decirle a la familia que no podemos hacer nada más que decirle que se busque la vida porque no podemos ayudarle de otra forma soy yo, no la Consejería.
Y todo porque parece que siempre tenemos que justificar que estamos trabajando, que no somos unos vagos, que no estamos de vacaciones. Yo no quiero una carta de la Consejera diciendo que valora mi trabajo, quiero que no me ponga delante de los caballos, que se atreva a decir a las familias que en esta situación excepcional no podemos actuar de forma normal, que no va a haber notas este trimestre porque ni son importantes en el contexto en que están viviendo muchas de las familias ni cumplen con los requisitos de una evaluación. Si hay que tomar medidas extraordinarias a final de curso o no, lo veremos en su momento. Pero estas notas nos enfrentan a familias que una vez más no van a entender que estamos en el mismo barco: el de sacar lo mejor de sus hijos. Porque con estas instrucciones no estamos en ese barco.
5) Al final, como funcionarios, no tenemos más remedio que cumplir las instrucciones. Y yo lo voy a hacer. Pero os sugiero algunas alternativas a las notas “normales”:
a)    En lugar de entregar un boletín de notas, hacer un sencillo informe de competencias de cada alumno, cualitativo, destacando las competencias positivas y proponiendo los puntos que tiene que mejorar. Podemos utilizar los comentarios de yedra y no las calificaciones numéricas.
b)    En caso de que se nos obligue finalmente a calificar con números, yo voy a poner un 10 a todos, con un comentario de este tipo: “me obligan desde la Consejería a ponerte una nota, y te pongo un 10 por estar en casa y tener paciencia en este confinamiento, por tener empatía ante la situación que estamos viviendo y aplaudir a las ocho de la tarde, por intentar trabajar en casa con todas las dificultades que estamos teniendo, por hablar con tu familia y preocuparte por su bienestar, y por contestar mis correos cuando envío algo. Si algo de esto aún no lo has hecho, es lo que tienes que mejorar en lo que nos queda de confinamiento. Tú sabes que la nota de clase sería inferior a esa, pero ahora no me parece importante. Ya hablaremos de las notas cuando volvamos a vernos”.
También os digo que:
·         no voy a gastar más dinero de mi familia en teléfono;
·         espero que no se me estropee el ordenador (que tiene más de 10 años) ni el teléfono (que tiene más de 5), porque no voy a comprar otro. Si eso ocurre, que me diga la Consejería cómo tengo que actuar;
·         no pienso utilizar ninguna aplicación que sepa que uno solo de mis alumnos o alumnas no va a poder utilizar, porque al principio de curso no les proporcionamos nada de eso y la educación hasta los 16 años es obligatoria y gratuita, por tanto no puedo permitir que mi alumnado reciba diferente educación en función de si tienen más o menos recursos, como dice la legislación educativa actual[i];
·         voy a restringir mi horario de trabajo a las horas que se indican en las instrucciones: de 9 a 14 horas, el resto es mi tiempo libre (salvo sesiones de evaluación o claustros que se consideran horario no presencial);
·         no voy a poner ninguno de mis medios personales o familiares a disposición de la Consejería para que no se valore o se haga como una palmadita en la espalda (no me fío de la mano que no veo en mi espalda).
Sé que algunas de estas cosas no las voy a cumplir, por mi alumnado, pero no quiero olvidar que no es mi obligación, que son extras que aporto porque creo que tengo el trabajo más bonito del mundo cuando me dejan hacerlo en condiciones.
Desde mi punto de vista, la Consejería no ha tenido altura de miras y esto generará una enorme desigualdad entre nuestro alumnado y todo avalado por quien tiene que velar justamente por el cumplimiento de la ley. Vamos un despropósito fuera de lugar y de tiempo.


[i] Ley Orgánica de Educación (texto consolidado) Artículo 1. Principios. El sistema educativo español, configurado de acuerdo con los valores de la Constitución y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos en ella, se inspira en los siguientes principios: a) La calidad de la educación para todo el alumnado, independientemente de sus condiciones y circunstancias. b) La equidad, que garantice la igualdad de oportunidades para el pleno desarrollo de la personalidad a través de la educación, la inclusión educativa, la igualdad de derechos y oportunidades que ayuden a superar cualquier discriminación y la accesibilidad universal a la educación, y que actúe como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que se deriven de cualquier tipo de discapacidad.

1 comentario:

  1. ��������, yo te aplaudo a ti, todas y cada unas de tus palabras son la realidad que estamos viviendo toda la comunidad educativa, y está claro que no tiene sentido está evaluación
    , ni realmente es ahora lo importante. Yo realmente es que pienso que el proceso de enseñanza-aprendizaje no es posible sin el contacto personal con nuestro alumnado y que tampoco un adolescente va a quedar marcado para el resto de su vida por perder los contenidos de un trimestre. Pero hay que justificarse.

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